El arzobispo de Monterrey Mons. Francisco Robles Ortega dirige a Monterrey un mensaje que copio y pego:
A TODA LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN MONTERREY: ¡PAZ Y BIEN!
Muy queridos Hermanos y Hermanas en el Señor:
Con la celebración del miércoles de ceniza, el día 25 de febrero, iniciamos, llenos de fe y esperanza, el tiempo litúrgico de la Cuaresma, un tiempo propicio para intensificar la oración, la penitencia y la práctica de la mortificación. Me dirijo a Ustedes, hermanos y hermanas de esta Arquidiócesis de Monterrey, para exhortarlos a vivir, en el espíritu de comunión, este período cuaresmal con un corazón sincero y abierto a los caminos de la conversión y reconciliación con Dios y con nuestro prójimo. Este itinerario espiritual de la Cuaresma, que nos prepara a revivir el gran misterio de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, nos da hoy la oportunidad, que siempre es gracia y don de Dios, para profundizar, en el camino de conversión.
El Papa Benedicto XVI, en su acostumbrado Mensaje cuaresmal, desea reflexionar especialmente, sobre el valor y el sentido del ayuno. Y en efecto, subraya que la Cuaresma nos recuerda "los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública". Las Sagradas Escrituras y toda la Tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en muchas ocasiones, la invitación a realizar éste provechoso ejercicio espiritual.
En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. La Cuaresma podría ser una buena ocasión para retomar las normas contenidas en la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, del Siervo de Dios Pablo VI; valorizando el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio.
Por ello, he querido que los guiones de reflexión para las pláticas cuaresmales o ejercicios espirituales de este tiempo litúrgico, estén basados en el Kerigma como el primer encuentro con Dios, que nos lleva al encuentro con el hermano; a trasformar la realidad; a celebrar la fe; a ser enviados como misioneros; para llegar así a ser "Discípulos y Misioneros de la Esperanza; pasando de la esperanza humana a la esperanza cristiana.
También deseo recordar, que de acuerdo con el Código de Derecho Canónico, la Conferencia del Episcopado Mexicano, ha establecido para los católicos de México, las siguientes normas para la disciplina penitencial:
- El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, se observará el ayuno y la abstinencia de carne.
- La ley de la abstinencia (de carne) obliga a los que han cumplido 14 años. La del ayuno a todos los mayores de 18 años, hasta los 59 años cumplidos.
- La abstinencia de carne, excepto el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, puede cambiarse por otras obras buenas, tales como: alguna obra especial de caridad, una obra especial de piedad; por algún sacrificio voluntario significativo.
Pidamos a Dios, dador de todo bien, que nos bendiga abundantemente en este itinerario cuaresmal que nos conduce a la feliz Pascua de Resurrección.
Dado en la Sede del Arzobispado de Monterrey, a los 10 días del mes de Febrero del Año del Señor 2009.
Atentamente:
Prot. No. 83/2009.
Fuente
Fotos en la Catedral de Monterrey (1pm):
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